Un rayo de luz se filtraba gentilmente por la rendija de mi ventana, posando suavemente en mis mejillas, la sensación más agradable que existe, pues significa que la oscuridad desapareció. Me encanta ver por la ventana cuando me despierto, la vista de la gran colina en la que estamos es muy bonita en las mañanas, imagina un precipicio con casas debajo, y que justo sea la casa de mi mejor amiga, hermosa vida y mañana. Mi hermana me esperaba en el piso de abajo con el desayuno preparado.
—Elie! —Me gritaba Aurora,
apurándome para que bajara a comer.
Mi hermana me cuida desde que tengo memoria, recuerdo cuando me contó que nuestros padres murieron cuando yo tenía dos años, lo describe como la noche en la que todo lo que podía salir mal ocurrió, pero no le gusta hablar mucho de eso. Siempre que le pregunto pone una cara nerviosa e ignora el tema. A pesar de eso vivimos muy bien, Aurora se esfuerza mucho por las dos, por eso me prometí que siempre la ayudaría en todo.
En 3 meses aprenderé sobre la magia, pero no puedo sacarme la idea de poder aprender sobre los animales que tanto me encantan, si pudiera tendría diez millones de gatos, los amo demasiado.
Recuerdo como si lo hubieran tallado en mi mente, aquel día que vi cómo cazaban una ballena, su piel grumosa, un blanco que la hacía confundir con las nubes que la rodeaban, era más grande que el barco en el que estábamos y sus ojos… unos ojos azulados, tan grandes como mi pequeño cuerpo de seis, mi hermana cree que es muy cruel lo que hacen lastiman al animal le gritaba al capitán mientras dos hombres la detenían de acercarse a él, mientras ella intentaba razonar con ellos, no escuché muy bien lo que decían, pero a partir de ese momento supe lo que quería hacer, proteger a los animales.
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Como cualquier otro día me dispuse a ayudar a mi hermana con las tareas de la casa, ya que al estar trabajando no hay nadie más que pueda hacerlo, yo soy la responsable de que la suciedad no exista, soy Elie, la destructora de polvo, dije en voz alta mientras posaba con la escoba en la mano. Me sentí como en un cuento de hadas, así como la heroína que salva a los pobres como en Robin hood.
Siempre busco ayudar a las personas sin recibir algo a cambio, amo la expresión de satisfacción que me dan cuando llevo a alguien a sonreir. Me encanta saber que he hecho felices a otras personas, que he hecho que su día sea un poco más brillante. No hay nada más satisfactorio para mí que ver a otros felices gracias a mi.
Después de limpiar quedé tan cansada que decidí ir a dormir, no pude esperar a Aurora y me tiré en mi cama para descansar.
A la mañana siguiente al despertar escuché risas en la sala, esa en particular era de una persona que conozco muy bien. Después de vestirme bajé y encontré a Sebastian sentado con mi hermana en el comedor, Sebastian es un amigo de mi hermana, se conocieron en la Universidad, es considerablemente más alto que ella, será porque le lleva 3 años, con 27 trabaja en el ejército real.
—Agh, la nueva consejera del rey desarrolló una ley o algo así para dividirnos en secciones. —No era muy inteligente, reprobó un año y mi hermana siempre se lo recuerda. —"Indra dici qui tinimos qui sepirir lis fuircis". QUÉ LE PASA A ESA ENGREÍDA. —Sebastian se veía furioso, aunque admito que su representación del rey fue muy graciosa.
—Engre-Indra. —Susurre riendo.
Con la broma por fin notaron mi presencia.
—¡Elena! Qué haces ahí, ven siéntate. Tienes que actualizarme. ¿Tu hermana sigue disponible?— dijo Sebastian bromeando.
—Sebas, por favor no digas cosas así. —Mi hermana se sonrojo un poco y golpeó suavemente a Sebastian en el brazo.
Terminamos de comer y los acompañe a la plaza a hacer las compras para la casa, tal vez me compren un poco de chocolate, se me hace agua la boca de pensarlo, es tan delicioso con sus trocitos que se derriten con cada mordida. Mientras caminábamos por las calles vi a mucha gente con túnicas extrañas.
—Son los nuevos guardias que asignó el rey, los llama "FDP", fuerzas discretas de protección. —Sebastian debió haberme visto confundida con esa gente.
—Pues no me parecen muy discretos. —susurro mi hermana mirando al suelo.