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Chapter 2 - 1

Lunes 08 de enero, 2018

—¿Quién es él? —la pregunta bailó en el aire, Maia Kim no parecía entender.

—Él, nena, es Tyler Cout, un amigo muy pero muy cercano —respondió Sonya.

—¿Qué acabas de decir?

—¿Acaso no escuchaste? Fuiste tú, tú quien dijo que vuelva aventurarme. Y gracias a esta ternurita... —miró de soslayo al atractivo joven presente —Encontré sentido a todo lo que mencionaste, muchachita.

—¿Este? —dudó Maia mientras estudiaba de pies a cabeza a ese tipo que aquella había traído a casa. —¿Tú y él? No estarás hablando en serio, mamá. ¿No te das cuenta que puede tener mi edad? —recriminó.

—Lo sé, pero no es así, no me lo tienes que recordar. ¿Acaso para gustar de alguien existe reglas o un límite de edad? —La señora Kim, quien lucía una larga cabellera negra, suspiró mientras se le acercaba a paso lento, la acarició y le impregnó un beso en la mejilla. —Tiene solo veintiocho años. ¿En realidad importa la edad ahora? "Es momento de volver a vivir" —recordó —Acaso olvidas tus propias palabras, hija... "Vivir" —repitió —Sé que lo has dicho en un momento delicado y que en otra ocasión tal vez no lo dirías y...

—¡Olvídalo! No me refería a eso —dijo mirándola fijamente.

—Es mi amigo, estés de acuerdo o no.

Maia asintió un tanto enojada, estrechó la mano al joven parado frente a ella y subió al segundo piso. Se retiró dejando a la pareja a solas.

Deseaba que aquel suceso fuese parte de las bromas ya acostumbradas de su ascendiente y el tipo aquel fuese un simple cliente del hospital con cita particular.

Así es, no dijo nada, ningún gesto, ninguna mirada expresiva. Tan neutral era ella.

Maia Kim, una joven de veinticuatro años de edad, de cabellera negra y piel extremadamente blanca, considerada la pálida. Natal de Burlington.

Desde que el señor Kim falleció, Sonya lloraba el luto durante horas. Por el contrario, Maia se mantenía encerrada en su dormitorio días enteros y a la medianoche se recostaba en su alfombra negra, lugar donde se internaba en sus recuerdos, esos recuerdos que hacían relucir su debilidad. Aquella alcoba recogía todos los recuerdos de la muchacha, alcoba donde imaginaba a su padre y a la familia que eran antes. Imaginaba cómo hubiese continuado su historia si tan solo siguiera vivo; imaginaba hasta quedarse profundamente dormida para entonces continuar la historia en sus sueños.

Decidida, a la mañana siguiente, la pelinegra visitó la alcoba de su madre, y solo porque era la mujer que más amaba en ese su mundo, le dio esos ánimos para que le sea posible continuar diciéndole que apoyaba su moderna manera de pasar el tiempo, de una u otra manera, su nueva vida; Sonya, confundida, optó por agradecer el gesto de su única hija, pero aquello quedó en intento y sin más otra que asentir.

Había pasado casi un año desde que su padre abandonó la vida. Su madre volvió a trabajar en el hospital e incluso volvió a la interacción social; los fines de semana se divertía en el Karaoke y la mayoría de veces a las ocho de la noche sí o sí no estaba en casa. Dicho sea de paso, el padre de Tyler Cout, (su cercano amigo), solía ser el dueño del Casino que solía visitar.

***

—"Yo ya lo amo" —febrero 2014 —musitó. Después de releer por tercera vez la carta, Timy Somer limpiaba los restos de tristeza que se adhirieron a su rostro —Disculpa, discúlpame, Tyara. Hubiese deseado jamás haber encontrado estas letras, hubiese deseado jamás descubrirlo. —Aquella carta en sus manos le recordó lo vivido en Georgia, esos años después de dejar el Estado de California tras ganar una beca de baile en la academia GeorTalent's. No obstante, el mejor momento de su historia lo halló a mediados del 2016.

Un mensaje inesperado interrumpió sus memorias. Cogió su celular y aquel nombre del directorio hizo que esbozara una enamorada sonrisa. Respondió de inmediato. ¡Sí! Mañana volvería a ver a esa nueva persona, aunque muy dentro de él también deseaba ver los ojos de la otra joven que conoció en el pasado y del cual no podía olvidar su mirada confusa.

—Espero que estés bien, Tyara, tan bien como yo lo estoy ahora —ocultó su sonrisa, guardó la confesión de tinta azul junto a otras cartas que siempre conservó, y que solo una... una de ellas respondió. Sobre aquellas esa canción retumbó en su mente, ¿por qué aún le era difícil olvidar? —Lo siento, realmente lo siento, Tay.

Maia yacía echada en su enorme cama de cedro, pensando en las palabras de su madre.

—¡Hug! —bufó —Le dije que vuelva a vivir, no debería tomarse tan en serio lo que le digo. En fin, la seriedad es lo que define a las Kim, pero en el caso de mamá no, ¿por qué se anda comportando como una adolescente?

El señor Ray Kim, mi padre, ¿qué pensaría de esto sabiendo que él conoció a mamá siendo ocho años mayor y que ahora ella está de salidas con un mocoso, prácticamente —después de rodar unos minutos en su cama decidió contactar a su amigo.

[Tym, tengo algo que contarte, te veo mañana en el centro del campus antes de tus clases]

[Hola, My, te daré una buena nueva mañana. Nos vemos]

Timy Somer es uno de los pocos chicos que agradaba a la pálida, esta pensaba que tener a una persona con quien charlar no estaba de más, de esa manera sus momentos aburridos en casa no serían tan aburridos. Así que aceptó a Tym, solía llamarle así, como su nueva familia.

***

—Bueno, ya te conté lo que me pasó ayer, ahora dime cómo debo actuar ante ese tipejo que trae a mi madre desquiciada. ¡Se ha vuelto loca! ¡Me va a volver loca!

—My...

—¿Uhm?

—¿Cómo es él?

La referida se acomodó en la banca y con un aire de molestia empezó a describir.

—Es más alto que yo... —miró de reojo a Somer —Que nosotros —corrigió —Él... él tiene buena presencia y a lo lejos se nota que es adinerado, proviene de la "raza Cout". ¡Ah! parece que también tiene sentido del humor, pues no dejaban de reír toda la noche; si no fuera por mi madre yo bajaba a echarlo, esa risa escandalosa que se maneja es irritante. Por cierto, tan joven como nosotros, apenas cuatro años mayor que yo.

—¿My?

—Dime...

—Acabas de sonreír.

—¿Yo? Yo estoy enojada, ¿sonreír por mencionar a ese imbécil? En serio, Timy, creo que el tinte en tu cabello está afectando tus percepciones emocionales.

—My, dale la oportunidad de conocerlo. Hazlo por ella, aparte no creo que tengan algo serio como para llamarlo "su pareja", más bien puede que sea un simple querido amigo, uno que conoció tal vez en el karaoke, uno muy joven.

—Tonterías, Timy. ¿Qué quiere lograr con eso?

—Si tu madre es feliz, ¿lo estarás tú?

—Por supuesto.

—Ya te respondiste.

—Trataré de verlo de esa manera, aunque no lo tolero. ¡Vaya, niño!, ¡qué confortable eres!

¿Niño? —se preguntó Timy para sus adentros.

—Me voy, tú ya debes ir a clases y yo tengo un trabajo que iniciar, el bar no se administra solo, al bendito dueño se le ocurrió por llegar tarde. Por cierto, gracias por el consejo, mocoso.

¿Mocoso? —Se volvió a preguntar el "niño" de veinte años y de cabellera naranja.

***

Por las noches, la pálida trabajaba como animadora ,improvisadora y cantante dentro del Top Bar. Luego de las rondas de rap acompañaba en la barra a su jefe y amigo siete años mayor que ella: Jony Hosk, el tipo de cabellos rojizos.

—Sírveme whisky —ordenó Maia.

—Me fue bien con el doctor, gracias por preguntar, eh.

—¿Me servirás o no?

—No soy el camarero aquí.

—Pero sí el dueño, es lo mismo.

Hosk miró a su amiga mientras negaba con la cabeza —¿Por qué serás tan mandona, mujer —sonrió decepcionado y le estiró un vaso con líquido negro sin entender por qué la toleraba tanto —¡Buen canto lo de hace minutos! —animó —¿Cómo va lo de tu madre? —cuestionó para amenizar el ambiente.

—¡¿En serio vas a preguntar?!

—Ayer me llamó para consultarme sobre si era buena idea presentarte a su "novio" —enfatizó "novio" —Pues conociéndote le dije que ya era el momento.

La menor expulsó el líquido a un lado —¿Tú lo sabías?

—Claro, ¿qué esperabas? Sonya es una gran amiga mí. Ten, aquí tienes otra bebida... —Y la acompañante de un sorbo lo bebió todo.

—Alcánzame otro.

—De nada, Maia —ironizó.

—Te recuerdo que no es su novio. Es un simple nuevo amigo.

—Amigo, sí, claro.

Se escuchó a través de los parlantes la voz del presentador invitando al podio a una joven que Maia Kim desconocía, para ser exactos, que el personal completo del bar desconocía.

Aquella joven invitada era alta, delgada y de tez moren, traía consigo un jean y un chaleco negro, zapatillas del mismo color, polo blanco y el cabello lacio casi dorado.

Un poco tímida se adueñó de la guitarra y  del micrófono.

Cansada de lo mismo

abro paso a mi memoria

no es igual a otras historias

sinceramente me cansé de hablar.

Me pregunto tantas veces

o aseguro: "estoy demente"

he perdido las ganas

hasta de luchar.

Todo a mi lado es extraño

oscuro el concepto de mi daño

alrededor la gente murmurando,

es insoportable pensar solo en continuar.

Si esto es vida, ¿qué más espero?

Busco una manera y desespero;

no quiero sobrevivir un día más.

Nuestra inseguridad hace tanto bien a quien nos quiere ver tan mal.

Según tú el mundo es hermoso,

según yo, hermoso sería no volver

a despertar.

Anda y busca una manera,

tu historia es como cualquiera

anda sobrevive a la soledad.

Quizá me embriague

esta noche.

Quizá me vaya

no sé a dónde.

Quizás este mundo

no sea mi mundo.

Me es insoportable

tan solo respirar.

—¡Wao! No me equivoqué, ella si es buena en esto —expresó un emocionado Hosk.

—Sí, aparentemente lo es. Pero quién es.

—Me da gusto que reconozcas que existe otra mujer que puede improvisar mejor que tú. —Por su seguridad, el de cabellos rojizos, Hosk, se escondió detrás de la barra luego de pecar con lo dicho anteriormente.

La mirada de la menor impactó en el vaso de whisky y agregó:

—Bueno, yo sí hago lo que me gusta y no ando con pretextos absurdos cuando lo único que me queda por hacer es componer, ¿se te hace familiar eso? —se defendió.

La figura de Hosk volvió a la escena con un semblante distinto al que tenía minutos atrás.

—¡Ah! Además de ser un empresario —adicionó Kim.

Público presente, aplausos para Luna

—¡Excelente! Luna, eres la mejor del TOP —presumió que a su vez que miraba a Maia —Mi gran nuevo descubrimiento.

—Trabajadora, dirás —se burló Maia —¡Qué inmaduro!

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó la de tez morena al acercarse a la barra y dirigiéndose a la que estaba cerca de su jefe.

—Luna, te comento algo, ella no es de hablar con gente que no conoce, su nombre es Maia Kim, aquí la conocemos simplemente como My, y a mí, ya sabes, soy el dueño de este bar, además me dicen el líder de la pista.

—Te haces llamar líder —aclaró la pálida que por fin había decidido participar en la conversación —¡Qué odios te ves cuando presumes!

—Mi nombre artístico es Luna. Bueno,ese apodo me lo ha puesto usted, señor Hosk, digo jefe.

—¿Usted?, ¿señor Hosk?, ¿jefe? ¡Ja! ¡Qué sigue! ¿"Su majestad"? ¿"Excelencia Jony"? ¿"San Jon de los Cielos"?

—Cierra la boca, Maia, suenas ridícula delante de Luna.

—No, esta tipa suena ridícula.

Esa tipa ladeó una sonrisa producto de la reciente riña —Soy Liliana Paz —le estrechó la mano.

—Vaya, nuevas caras me persiguen esta semana —dijo la menor.

—¿Qué? No comprendo, solo diré que compongo mi propia música y letras junto al jefe.

—También soy compositora. —Y diciendo aquello la pelinegra se marchó al baño, mientras Liliana escondía la mano que acababa de estrechar y que por cierto fue ignorada.

—¿Jefe? ¿Con usted sí puedo hablar, cierto?

—Por supuesto. Tolera a Maia, es un poco brusca...

—El catorce del próximo mes llegará de Georgia mi hermana menor, hemos compuesto una canción y la quiero estrenar aquí, ¿se puede?

—El catorce habrá gente en abundancia. Es un día sensacional para una presentación sensacional. —vio aproximarse a la pálida —¡Hey, My! El otro mes Lili vendrá con su...

—No grites que no estoy en tan lejos —protestó la nombrada —Sabes, no me interesa saberlo.

Rio la de piel dorada —Nos vemos mañana... —se acercó lentamente al oído de la desinteresada —Mayita —arrastró el susurró para luego alejarse: una rivalidad había iniciado.