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—¡Señora Ruan!
Lu Ming asintió a Ruan Tingting y la saludó.
—Tingting, acabo de llegar con dos amigos y no tenemos dónde quedarnos. ¿Crees que podríamos hospedarnos en tu secta de la espada del viento por un tiempo? —Kong Jin miró a Ruan Tingting con los ojos bien abiertos.
—¿No hay una Posada? —dijo Ruan Tingting.
—Hay una Posada, pero no es conveniente para la cultivación. No es tan cómodo como tu lugar. Mis dos amigos son genios. ¿No sería mejor para nosotros discutir sobre artes marciales? —Kong Jin miró a Ruan Tingting con expectación.
Lu Ming sintió desprecio en su corazón. Este gordito debe estar intentando aprovechar la oportunidad para acercarse a Ruan Tingting. Quería estar en una posición favorable y disfrutar primero de la luz de la luna.
—Digo, gordito, la hermanita de la pequeña Qing... —Lu Ming habló deliberadamente y alargó la voz.