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Mientras miraba, lo que veía eran montañas que tenían diez mil metros de altura. Todas las montañas estaban una al lado de la otra, y no podía ver el final.
Había una enorme puerta de la ciudad bajo algunas de las montañas.
Era una de las puertas de la ciudad a Nueve Dragones.
Xie Nianqing y Kong Jin estaban tranquilos.
—Jaja, estoy de vuelta. ¡Vamos, entremos! —Kong Jin llevaba su hacha al hombro y en una mano sostenía una pata de cordero. Mordisqueaba mientras avanzaba.
—Digo, gordo, ¿por qué llevas tu hacha todo el día? ¿No estás cansado? ¿No tienes un anillo de almacenamiento? —Lu Ming preguntó mientras caminaban.
Desde que vio a Kong Jin, lo había visto llevando su enorme hacha de batalla todos los días.
—¡Llevo este hacha de batalla para perder peso! —Kong Jin respondió.
La respuesta de Kong Jin hizo que Lu Ming y Xie Nianqing tambalearan y casi se cayeran.
—¿Para perder peso? Entonces, ¿por qué no dejas de comer? —Xie Nianqing dijo con desdén.