Jian Feiliu mostró sus habilidades en batalla, pero aun así era muy tranquilo.
Además, cuando estaban en la Isla Arcoiris, pudo haber tomado la oportunidad de escapar, pero se volvió para ayudar a Lu Ming y al resto a lidiar con el practicante espiritual Han Dao. Su carácter no era malo y Lu Ming tenía una buena impresión de él.
Xie Nianqing estaba al lado y no dijo nada. Lu Ming charló con Jian Feiliu por un rato antes de que Jian Feiliu se despidiera.
—Hermano Lu, señorita Xie, no podemos quedarnos en la isla de arena dorada por mucho tiempo. Si el practicante espiritual Han Dao se recupera, definitivamente no les dejará ir. Planeo dejar la isla de arena dorada. ¿Y ustedes? —dijo Jian Feiliu.
—¡Sí, nosotros también! —asintió Lu Ming.
—Bien, entonces, ¡nos vemos de nuevo si el destino lo permite! —Jian Feiliu juntó sus puños y desapareció.
—¡Vamos! —Lu Ming y Xie Nianqing se miraron y abandonaron el lugar.