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—Con su cultivo, ¿cómo podría escapar?
Lu Ming dio un paso adelante y apareció detrás de él.
La lanza golpeó el hombro de Xuan Zhong. Su cuerpo fue enviado volando como un meteorito.
—¡BOOM!
Instantáneamente, un enorme hoyo con un diámetro de decenas de metros apareció en el suelo. Xuan Zhong estaba acostado en el hoyo, escupiendo sangre de su boca.
Lu Ming apareció en el borde del hoyo y miró fríamente a Xuan Zhong.
—No me mates, no me mates, ¡te ruego que me dejes ir! —Xuan Zhong luchaba por levantarse y no dejaba de suplicar misericordia. Estaba tan asustado que temblaba.
Ahora, su vida estaba en las manos de Lu Ming. Sentía que se ahogaba en un miedo sin fin.
—¿Acabas de decir que en dos días, el Gran Maestro Xuan y los demás morirán todos? ¿Qué quieres decir con eso? —Lu Ming preguntó fríamente.
—No, nada. Solo estaba diciendo tonterías —Xuan Zhong sacudió la cabeza rápidamente.