En su imaginación, Lu Ming rugiría, lamentaría, gritaría y suplicaría por misericordia.
Sin embargo, no vio nada de eso.
Él estaba muy claro sobre cuán aterradora era la llama Tierra Ardiente de Dios. Había traído a muchas personas que lo habían ofendido en el pasado, y ninguna de ellas podía durar cinco minutos. Todos gritaban y suplicaban por misericordia.
Había incluso algunos que deseaban la muerte, porque estar en la llama Tierra Ardiente de Dios era peor que la muerte.
Pero ahora, habían pasado más de diez minutos y Lu Ming estaba sentado con las piernas cruzadas sobre la lava como si estuviera sentado en un lugar ordinario.
—Este chico es demasiado impactante. Es un monstruo aterrador. ¡No podemos dejarlo salir de aquí con vida! —El corazón del líder del clan Zhou tembló levemente.
—Padre, ¡volveré primero! —Zhou Xin habló desde un lado. Sus ojos estaban llenos de lástima.
—¡De acuerdo, puedes ir primero! —El líder del clan Zhou dijo.