—Señorita Allura, ¿ha almorzado usted? —preguntó una sirvienta.
—Sí, ya comí, puedes llevarte los platos —Allura contestó con una mirada perezosa en su rostro.
La sirvienta asintió mientras colocaba los platos en su mesa. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de irse, se detuvo y se volvió.
—Señorita Allura… —llamó.
—¿Qué sucede?
—Señorita Allura… ¿está usted bien…? —preguntó la sirvienta.
—¿Hmm? Por supuesto que sí. ¿Por qué no habría de estarlo? —Allura frunció el ceño.
—Bueno… usted y la jefa de criadas Edda se habían vuelto bastante cercanas antes de que ella… se sacrificara… también parece un poco perdida a veces… pensé que quizás estaba un poco triste… —murmuró la sirvienta.
Ella tenía un inmenso respeto por la Jefa de Criadas Edda, y ese respeto solo aumentó cuando se enteró de su sacrificio, sin embargo, esta vez, además de sentir un profundo agradecimiento y respeto, también se sentía triste.
Lloró sola en su habitación durante 4 días.