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Alejandro tardó varios minutos en reunir suficiente luz líquida en sus manos para completar su ataque. Cuando abrió los ojos y miró a Lex, la luz en sus manos comenzó a efervescer y a agitarse como si burbujeara con una energía indomable.
El tiempo parecía ralentizarse mientras Lex se concentraba en el adolescente sentado. Manteniendo el contacto visual, Alejandro abrió su boca y pronunció una sola palabra, pero Lex nunca la escuchó. Hubo una explosión de luz brillante, que cegó completamente no solo a él sino también a las lentes de contacto. Además, una sensación de hormigueo cubrió todo el cuerpo de Lex, como si un ejército de hormigas caminara por su piel. Intentó abrir los ojos para determinar qué había sucedido, pero descubrió que sus movimientos eran extremadamente lentos y desorientados.