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Una criatura poderosa y majestuosa levitaba en el aire sobre Nial.
Su cuerpo era largo y serpentino, extendiéndose por miles de metros de longitud. Su piel cubierta de escamas doradas iridiscentes brillaba y centelleaba a la luz, creando un efecto hipnotizador.
La cabeza del ser era grande e imponente, con cuernos afilados y curvos que sobresalían de su frente. Sus ojos eran penetrantes e inteligentes, brillando con una luz feroz que provocaba escalofríos en la columna vertebral de sus enemigos. Una sola mirada de los vibrantes ojos dorados era suficiente para infundir miedo en el corazón de aquellos que lo miraban.
La mandíbula del ser estaba alineada con largos colmillos afilados como navajas, lo suficientemente robustos para desgarrar dioses con facilidad.