—Puedes encontrar Nyxos muy al oeste de aquí. No es muy difícil localizarlo ya que mayoritariamente se queda dentro de su territorio —dijo Whispera, su tono casual como si estuviera hablando del tiempo—. Así que, si no hay nada más, os dejaré y volveré a mi sueño.
—¿Eh? ¿Eso es todo? ¿No vas a impedirles que se vayan? —dijo Pamela, su voz teñida de incredulidad.
Whispera acarició gentilmente la cabeza de Pamela y le ofreció una sonrisa somnolienta. —Parece que te has encariñado con estos mortales. Puedes ir con ellos si quieres. Ahora que tu tarea está completa, puedes hacer lo que desee tu corazón.
—¿Q-qué...? —La cara de Pamela se enrojeció hasta volverse carmesí, y tartamudeó—. ¡Por supuesto que no! ¿A quién le gustarían esos imbéciles que me mantuvieron secuestrada y me amenazaron todo el tiempo?!
Ella negó con la cabeza vehementemente, cruzando sus brazos en señal de desafío. —¡Estoy contenta de deshacerme de ellos. Finalmente puedo ser libre y hacer lo que quiera!