Cuando Avaris abrió los ojos, una transformación escalofriante se apoderó de él.
Su mirada, antes cálida, se tornó tan negra como el abismo, su cabello se transformó en un intenso tono de medianoche y su aura exudaba una amenaza palpable que parecía impregnar el mismo aire que lo rodeaba.
En ese momento, ya no era solo Avaris, sino algo mucho más oscuro y primal.
Sin vacilar, Avaris se lanzó hacia Niccoli con una velocidad alarmante, su movimiento causando una fisura en el mismo aire.
En el lapso de un parpadeo, llegó hasta Niccoli, su mano cerrándose alrededor del cuello del liche con una presión implacable.
El tiempo pareció congelarse mientras la sofocante magia necrótica que había envuelto el área cesaba, dejando una quietud inquietante a su paso.
Niccoli luchaba contra el agarre de Avaris, sus ojos llenos de pánico mientras jadeaba en busca de aire.