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—Hoi. ¿No te advertí que no abrieras la boca en su presencia? ¿No te das cuenta de que cada vez que hablas, nos pones en peligro? —regañó Avaris.
—¡No puedo evitarlo! Mi boca se abre automáticamente cuando estoy nervioso y tenso —la respuesta de Leonel fue defensiva, sus palabras salieron atropelladamente.
—¿Cuántas veces tengo que explicaros a todos que Niccoli es volátil? Solo con una palabra, una palabra incorrecta, y podría explotar —Avaris suspiró profundamente, pellizcándose el puente de la nariz de frustración.
—Nicc
Antes de que Leonel pudiera terminar su réplica, Avaris lo interrumpió con una mirada cortante.
—No, Leonel. Ya lo hemos discutido. No podemos permitirnos provocarlo —dijo Avaris.
—Eso es precisamente por lo que deberíamos eliminarlo. Niccoli es una bomba de tiempo. Tiene el temperamento de un noble consentido, la arrogancia de un adolescente y el poder de causar estragos a gran escala. No podemos arriesgarnos a tenerlo cerca —intervino Isolde.