Felicity inclinó la cabeza hacia un lado, con un destello juguetón en sus ojos.
—¿Luchar? —reflexionó—. Cielos, no. No deseo conflicto. Esa es la razón por la cual todos ustedes siguen respirando en este momento. No recurramos a la barbarie.
Ren y los demás intercambiaron miradas desconcertadas.
—Entonces, ¿qué es exactamente lo que quieres? —preguntó Ren.
La sonrisa de Felicity se ensanchó. —Simple. Quiero a esa criatura llamada Lorelai.
Ren entrecerró los ojos hacia Azazel, quien solo se rió nerviosamente en respuesta, incapaz de sostenerle la mirada.
—¿Y qué precisamente quieres con Lorelai? —insistió Elena.
Pero Pamela ya sabía la respuesta. Si se descubría que Lorelai era ángel y demonio, todos sin duda lucharían por controlar a un ser tan potente.
Buscaban realizar experimentos con ella, buscando respuestas sobre cómo podía contener tanto la luz como la oscuridad dentro de ella, una hazaña considerada imposible para cualquier ser a través de los reinos.