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—Tío... Larcus... —mientras Evie se encontraba en la extraña habitación, su mirada fija en la figura ante ella, no podía evitar que un torrente de recuerdos aflorara en su mente.
Era su Tío Larcus, un hombre al que no había visto ni oído en más de una década. Había sido una figura prominente en su vida durante su infancia, una especie de padre sustituto, pero su repentina desaparición había dejado un vacío que nunca se llenó.
El Tío Larcus también era la razón detrás de la descomunal deuda que asolaba a su país, Frizkiel. Durante su mandato, había ejercido su poder de forma imprudente, acumulando deudas sin tener en cuenta las consecuencias.
Y entonces, sin previo aviso, desapareció, dejando al país en tumulto y ruina financiera.
En los años posteriores, Frizkiel luchó por recuperarse de las repercusiones de las acciones de Larcus. La carga de la deuda pesaba mucho sobre los ciudadanos, y las cicatrices de su traición eran profundas.