La batalla continuó sin que ninguno de los bandos se detuviera.
—¡Resiste! ¡Ya casi termina!
—¡Manténganlos alejados!
Lorelai hacía todo lo posible por evitar que Malifira completara el proceso de inyectar la corrupción en todas esas almas.
Sin embargo, luchar contra cuatro Señores de la Guerra simultáneamente demostró ser un desafío incluso para ella en plena fuerza y con la ventaja del daño elemental.
—Ha terminado —la voz de Malifira resonó en el aire.
La pelea entera se detuvo brevemente, y toda la atención se centró en el frasco de cristal. Las almas que antes eran blancas ahora estaban teñidas de negro. Nada más que oscuridad envolvía el enorme frasco.
Lorelai estaba horrorizada y lloró, —No... —Podía escuchar a esas almas gritando de dolor como si pudiera sentir su agonía.
—Ahora, lo único que queda es destruir estas almas... —murmuró Malifira, concentrando su magia para liberar un hechizo poderoso que aniquilaría las almas de un solo golpe.