—Por insultarme, tienes que pagar un precio. Veamos... ¿qué tal tu espada?
—¿Eh? —Lorelai agarró la ropa de Azazel—. ¿Qué acabas de decir? ¿Quieres que te corte con Demoniosquitar?
—¡Te dije que no soy yo! —Azazel razonó, intentando sacudirse la confusión.
—¿Demoniosquitar? Ugh. Esa espada es realmente peligrosa. Olvídalo. Entonces me conformaré si me enseñas tu ropa interior.
La boca de Azazel se abrió de par en par, y el rostro de Lorelai se tornó carmesí de vergüenza y rabia.
—¿Qué has dicho? —preguntó Lorelai, apretando los dientes.
Azazel se sintió injustamente señalado y se cubrió la cara con las manos para defenderse mientras explicaba:
—No soy yo. Mi voz es ligeramente diferente. Te digo, es un fantasma... pero no me importaría si me enseñaras tu ropa interior–Gargh!
Antes de que Azazel pudiera terminar sus palabras, Lorelai contraatacó dándole una paliza en el suelo.
—Ya está acabado —pensaron los demás.
Desira estaba preocupada por Azazel e intentó intervenir: