—Realmente nos salvaste allí atrás. Pensé que estábamos acabados.
—¿Y de quién fue la culpa de que casi mordiéramos el polvo? —replicó Lorelai mientras cuidaba una botella de cerveza.
—Mi error. Ups. —admitió Desira con despreocupación, con una sonrisa que no mostraba ningún remordimiento.
Sin embargo, cualquier parecido con arrepentimiento no estaba en su rostro mientras Desira se aferraba a Azazel, su expresión carecía del remordimiento que sus palabras sugerían. Parecía completamente enamorada, frotando sus mejillas contra el brazo de Azazel como un gato excesivamente entusiasta.
—Oye, Desira, ¿podrías quizás no estrujar al Señor Azazel como si intentaras asfixiarlo? —dijo Vivi, que no se muerde la lengua, y tomó un trago de su cerveza.
Completamente ajena al comentario, Desira solo apretó más su agarre sobre Azazel, declarando:
—¡Asfixiarlo con mi amor! ¡Kya!
—¿Siempre se ve sometido a esto? —preguntó Elena observando el espectáculo y se volteó hacia Vivi.