Sin amedrentarse por el ambiente opresivo, Lorelai avanzó con audacia. —Voraxa, tu tiranía termina aquí. ¡Alcance de Obsidiana y todos sus ciudadanos serán libres de la sombra de tu opresión!
La risa de Voraxa resonó por la sala, un sonido escalofriante que envió escalofríos por la espina dorsal del grupo. —¿Creen que pueden desafiarme, pequeñuelos? El Inframundo se pliega a mi voluntad.
La confrontación final había comenzado, y Ren revisó nerviosamente las estadísticas de Voraxa. Su corazón se hundió al darse cuenta de que sus estadísticas estaban cerca de las de Elena.
Y ella era solo una Señora de la Guerra. ¿Qué hay de los demás?
¿Acaso todos eran jefes de mundo o algo por el estilo?!
El Reino Demonio es verdaderamente formidable. Los jugadores actuales no pueden derrotar algo así todavía. Por suerte, contamos con la Princesa y con Elena de nuestro lado —reflexionaba para sí mismo Ren.
Evie estaba preocupada y le preguntó a Ren:
—¿Y Azazel? ¿Sigue vivo?