```
La determinación de salvar a su aldea impulsaba cada paso de Nori.
Los aldeanos luchaban valientemente, su determinación era evidente ante la abrumadora desventaja. Sin embargo, siendo su número frente a un centenar, sus esfuerzos corrían el riesgo de ser en vano.
El corazón de Nori latía con cada momento que pasaba, la muerte de sus aldeanos pesaba mucho en su corazón.
En medio del choque del acero y las explosiones de magia, Nori divisó una silueta familiar.
El Anciano Morgrimm, rodeado de adversarios, luchaba con una sabiduría que trascendía las limitaciones de la edad.
El aliento de Nori se detuvo, al darse cuenta de que en efecto el tiempo se agotaba para el venerable anciano.
Sin dudarlo, Nori se sumergió en la refriega, la determinación ardía en sus ojos.
La batalla continuaba, un vórtice giratorio de caos, pero ella estaba impulsada por un propósito singular —llegar a Morgrimm antes de que fuera demasiado tarde.