Mientras los ecos de su risa perduraban, los ojos de obsidiana de Desira brillaban con un triunfo malévolo, deleitándose en el drama que ella había orquestado.
Desira se regodeaba en su astucia, su risa oscura resonando a través del paisaje desolado. —¡Oh, cuán predecibles son todos ustedes! Sus débiles intentos de heroísmo no fueron más que un preludio a este exquisito momento de traición. ¿Realmente creyeron que podrían navegar por las complejidades de mi reino sin daños? Su confianza fue su perdición, una debilidad que exploté con precisión.
—Contemplen ahora los frutos de su propia credulidad mientras languidecen dentro de los confines de mi prisión cuidadosamente diseñada. La angustia de sus amigos, la desesperación grabada en sus rostros, es una obra maestra de manipulación.
—Yo soy la titiritera, y ustedes, mis queridos invitados, no son más que marionetas bailando al ritmo de mi malevolencia. Bienvenidos a la culminación de su caída.