—¿Eh? De ninguna manera —protestó Elena.
Ren también encontraba difícil creerlo.
—Solo nos estás tomando el pelo, ¿no? —comentó la Princesa Lorelai y golpeó la cabeza de Nori—. No mientas.
—¡No lo hago!
—Hmm... —Evie frunció el ceño y cruzó sus brazos en contemplación—. Si lo que ella dice es verdad, entonces... ¿cómo vamos a encontrar a Salister Kane?
—¿Salister? —preguntó Nori—. ¿Están buscando a alguien con ese nombre?
La Princesa Lorelai suspiró. —Así es. No habrás tropezado con ese demonio malvado, ¿verdad?
Nori negó con la cabeza. —No, no conozco a ningún demonio con ese nombre.
—Entonces... ¿qué hay de Solomon Krane? —preguntó Ren, diciendo el verdadero nombre de Salister.
Nori se detuvo, sus ojos se agrandaron, y todos contuvieron la respiración, esperando las palabras que estaban por salir de sus labios.
Entonces Nori exhaló el aire, sonando como un globo desinflándose. —No, no recuerdo haber escuchado ese nombre, aunque me suena familiar.