Entre el parpadeo de las velas de la Sala de los Sacerdotes, Ren, Elena y Evie se encontraron rodeados por un aura maligna cuando los sacerdotes disfrazados revelaron sus verdaderas formas demoníacas.
El aire estaba lleno de energía oscura, y la habitación parecía temblar bajo el peso de la atmósfera perversa que los rodeaba.
Ren levantó su cetro, y con una rápida invocación, una energía radiante descendió por sus brazos, formando intrincados patrones de luz celestial.
La habitación respondió a su magia, las mismas paredes resonaban con el poder que estaba a punto de desatar.
Elena estaba lista para lanzar hechizos protectores. Sus ojos brillaban con un fuego interno. A su lado, Evie apretaba su bastón, sus nudillos se volvían blancos mientras se preparaba para el inminente enfrentamiento.
Pero en medio de todo, la Princesa Lorelai permanecía extrañamente compuesta. Una luz sobrenatural emanaba de su interior. Con una voz tan calma como una brisa de verano, pronunció: