—¡Hoi, Isolde, no te quedes ahí parada! ¡Atácalo! —gritó Xian.
Isolde se rascó la parte de atrás de la mejilla y miró al techo con una sonrisa boba en su rostro. —¿Atacar? Pero si no está ahí. No lo veo.
—¡Entonces encuéntralo! —rugió Xian—. Su prima realmente le estaba sacando de quicio. Si ella hubiera ayudado, Ren ya estaría muerto. Su poder de ataque era lo suficientemente ridículo como para acabar con cualquiera de un solo golpe en este momento.
Erica chasqueó la lengua al costado. —Esto no es bueno. No puedo encontrarlo ni siquiera con [Detectar] y [Descubrir].
—¿Es un objeto? —preguntó Serine a nadie en particular—. Mis bestias tampoco parecen poder encontrarlo. ¿Tú puedes detectarlo, Eric?
Eric no respondió y solo negó con la cabeza. Estaba alerta ante cualquier señal de Ren. Sabía que estaba lanzando su hechizo en alguna parte, y eso lo ponía nervioso.
—¡Erica, lanza barrera y escudo sobre mí! —gritó Eric a su hermana, quien de inmediato cumplió.