—¡Creo que estoy a punto de volverme loco! —pensó Ren.
Acarició la cara de Evie con el dorso de su mano, deslizándola hacia abajo, llevando sus dedos hacia su escote mientras miraba su rostro sonrojado.
—Eres tan hermosa... —Y no podía creer que tal belleza fuera suya.
Estaba hipnotizado. Cautivado. Atrapado para siempre en su abrazo y amor.
Su mirada fija en sus labios. Inclinándose, capturó su boca y la besó mientras sus manos frotaban, pellizcaban, acariciaban y apretaban cada curva de ella. Queriendo conocerla más que nunca. Queriendo saber qué la hace gemir y retorcerse. Queriendo complacerla. Amarla.
Los gemidos de Evie eran tragados por la boca de Ren. Él la besó profundamente antes de que sus labios viajaran a su pecho mientras su mano estaba ocupada amasando su seno.
Incluso con toda su calma y confianza, Evie aún se sentía avergonzada cuando Ren la exploraba a su antojo.