Finalmente, el grupo de Lira llegó a otro pasillo iluminado por antorchas, y en esta sala, los esperaban dos monstruos.
—N-no me digas... ¿crees que son de nuevo ese dúo de enano y fantasma élfico? —balbuceó un jugador.
—O peor. ¿Esa pareja, el bromista y el conejo? —interrumpió otro.
—Tranquilos... —Lira sonrió con suficiencia—. Es un Orco no-muerto y un...
Lira hizo una pausa y entrecerró los ojos. Al observar mejor, el niño junto al Orco le resultaba muy familiar.
Su cabello era negro como la noche, como su piel, y algunos mechones tenían matices violetas. No era algo que hubiera visto antes, pero era terriblemente... familiar para ella.
No podía distinguir sus ojos por las gafas y las costuras en su piel oscura, lo cual le impedía reconocer al chico.
—... ¿un niño monstruo? —continuó Lira y no se alteró lo más mínimo.
—Vamos a matarlos rápido y avanzar a la próxima área —soltó una carcajada.
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