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Erika estaba atónita, sin palabras, cuando Ren cambió de táctica justo delante de sus ojos. La túnica blanca que le habían prestado se desenrolló de su cuerpo, exponiendo una armadura hecha de piedra con extrañas marcas que brillaban azules como el océano. Parecía antigua y, a primera vista, era obviamente un artefacto.
Al moverse, su armadura parecía desplazarse de un lugar a otro como si tuviera vida propia. Aunque su armadura parecía estar hecha de piedras unidas, todo se movía como si estuviera hecho de un único material completo. No tenía costuras ni juntas, y la única manera de distinguir dónde terminaba una y comenzaba otra era por las esferas azules que parecían una gran perla que brillaba azul como el corazón del océano.