—¡Qué demonios, Roni! ¡Si tu cabeza no estuviera en las nubes, podríamos haber conseguido esa espada! —Hugo necesitaba a alguien a quien echarle la culpa, y ese era el carne de cañón y muchacho de los recados de baja posición, Roni.
Roni presionó sus labios con fuerza. No podía hacer nada más que aguantar todos los insultos de Hugo. Una palabra o acción equivocada de su parte, y estaría fuera de su grupo. Su relación con el grupo ya era lo suficientemente delicada como para mostrar cualquier forma de hostilidad.
Mientras Hugo regañaba a Roni, la atención de este último se desvió hacia Ren sin pensarlo, como si su mente estuviera pidiendo la ayuda del chico. Era inconsciente, e incluso Roni no sabía por qué era así.