—No puedo creer que nuestros padres se estén juntando. ¿Lo habrán planeado? —Leonel se mordía el pulgar mientras saltaba de puntillas esperando en el aeropuerto la llegada de sus padres.
—Cálmate —Ren quería reírse de lo nervioso que estaba Leonel. Era fin de semana y justo se acercaba el final del mes, y las Guerras de Gremios comenzarían más tarde en la noche.
Como si el destino lo quisiera así, los padres de Ren y Leonel eligieron el mismo día y la misma hora para llegar a la Zona A.
—Fácil para ti decirlo. Tus padres ya saben tu secreto. Pero los míos no. Seguía teniendo pesadillas de que mi madre me mandaba a la policía a interrogar —Ren solo sacudió la cabeza—. No te preocupes. Les dije específicamente a mis padres que se callaran. Así puedes sorprender a los tuyos.
—Preferiría que tus padres se lo dijeran a los míos para que me salvaran de la tortura de decírselo —Leonel suspiró con frustración—. Oh. Ahí están.