En la Academia Zephyr, Leonel caminaba cerca de la entrada con su mochila colgando flojamente en su brazo mientras su mano sujetaba su estómago. Había vomitado tanto que le dolían el estómago y la garganta.
—¿Por qué bebieron tanto anoche, sabiendo que ninguno de los dos podía manejar su licor?
—¡Leo! —Leonel dirigió su mirada hacia el Rolce Royce que flotaba sobre el camino empedrado y vio la cara demacrada de Isolde. Su conductor detuvo el coche, y ella se bajó inmediatamente y caminó al lado de Leonel.
—¿Qué te pasó? —preguntó Isolde, notando la cara verdosa de Leonel.
—Bebimos demasiado anoche. Ren y yo. Recibimos tanto dinero en el juego que celebramos toda la noche, y ahora las bebidas quieren que pague.
—Ah, sí. Escuché sobre esos chicos que se volvieron millonarios de la noche a la mañana. Está en todas las noticias. Felicidades a ustedes dos. Veo que te has convertido en uno —Isolde estaba genuinamente feliz por Ren y Leonel que su sonrisa se extendió por su rostro.