Dentro de la sala del Jefe, León Negro fue transportado a una nueva dimensión por completo. No era una habitación con cuatro paredes sino un vasto lago helado con montañas nevadas en el lejano norte.
No podían ver nada más que el interminable resplandor del Lago Cristalino reflejando las gemelas lunas azules arriba, las centelleantes estrellas, y la hipnotizante aurora sobre el oscuro horizonte.
Estaban parados en la tierra cubierta de nieve a solo diez metros antes del lago, y en el extremo más lejano, a unos doscientos metros o más de ellos, había un gigante dormido cubierto de hielo.