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Kieran y el Cardenal Weiss lucharon durante horas sin cansarse.
En esas pocas horas, Kieran tuvo innumerables roces con la muerte. Su pecho había sido hundido y destrozado, su corazón había quedado gravemente dañado, y su columna vertebral casi seccionada.
El Cardenal Weiss había estallado con ferocidad iracunda y perforó un escalofriante agujero a través del pecho del joven Demonio. Fue una experiencia escalofriante, pero Kieran no la cambiaría por nada.
Una vez que la Llama lo curó de nuevo, Kieran se sumergió de vuelta en la locura de su lucha. La tierra temía de ellos, retrocediendo ante sus pies desenfrenados, golpes temibles y arrebatos violentos.
Un trauma desalentador cayó sobre la tierra, cuya superficie pronto reflejó la luna de la Tierra en cómo los cráteres manchaban su superficie.