Muchas cosas agobiaban a Kieran, pero podía soportarlas. Sin embargo, no podía soportar perderse a sí mismo debido a lo que descubría.
La única manera de encender las Llamas de la Guerra era a través de una cruenta batalla.
De hecho, era un fuego extraño, capaz de alguna manera de sustentar la vida a través de la salvajada incurrida, una hazaña desafiante a la muerte que Kieran no creía posible. No porque la inmortalidad, la reencarnación o la resurrección fuesen un mito inalcanzable y una leyenda irrealizable... sino por las propiedades de las Llamas.
Kieran poseía conocimiento de primera mano de ello. Podía atestiguar y relatar la Llama en todo su esplendor. Aunque los métodos para despertar la Llama eran malvados y crueles, el fuego era asombrosamente puro y agradable, ofreciendo poder y presencia.