El ambiente pareció aligerarse en cuanto Agatha apareció en la oficina.
Parte de la pesada y persistente presencia de la Huella fue subvertida a pesar de la falta de control de Kieran sobre el ingrato deseo. También sufrió los efectos secundarios de tener a Agatha manipulando su señal mística, empezando por la raíz.
Cómo Agatha consideraba la Huella sufrió cambios sutiles. Dentro de esa mezcolanza de emociones había elogios pícaros. Sus ojos color sangría, resplandecientes, pulidos y radiantes como gemas bañadas en luz profunda, centelleaban.
—Esta Huella estaba dañada al principio, ¿no es así? —Kieran se estremeció, mirando a Agatha con desconfianza.
Por el estado de sus ojos, la forma en que brillaban y se sentían profundamente hondos, Kieran entendió que estaba utilizando una de las habilidades innatas de los Maestros de Runas.