El impacto fue lo suficientemente fuerte como para desequilibrar a la chica, haciendo que su espada cayera al suelo con estrépito. Aterrizó en el suelo, tosiendo e intentando recuperar el aliento mientras su cuerpo se curaba.
Karyk se quedó allí de pie, con una expresión inescrutable mientras observaba el giro de los acontecimientos. La sombra que había golpeado a la chica emergió de la oscuridad, revelando una figura envuelta en una capa oscura que solo dejaba ver el rostro de la persona.
Era una mujer con ojos penetrantes y un aura de muerte a su alrededor. Se paró frente a Karyk, sus movimientos elegantes, aunque ligeramente carentes de vida.
—Tú eres... —la Princesa miró a la mujer, encontrándole momentáneamente difícil creer lo que veían sus ojos.
—¿Madre...?
Había visto morir a su madre justo ante sus ojos. Todavía recordaba el día en que lloró en los brazos de su hermano cuando perdió a su madre. ¡Era imposible para ella olvidar ese rostro!