Karyk intentó caminar hacia un lado, pero el hombre de cabello oscuro se adelantó, bloqueando su camino.
—¿Puedo ayudarte? —preguntó Karyk, mirando al hombre, que era un pie más alto que él.
—Estoy seguro de que solo tú puedes ayudarme —dijo el hombre, cuya voz no mostraba ni el más mínimo atisbo de amabilidad.
—¿Qué tal si vienes con nosotros un rato? —preguntó, poniendo su mano sobre el hombro de Karyk como si no le diera la oportunidad de rechazar.
Como respuesta, Karyk educadamente pero con firmeza quitó la mano del hombre y dio un paso atrás. —Agradezco la oferta, pero me temo que no puedo acompañarte —dijo Karyk—, porque no puedes permitirte tener mi compañía.
—Está bien —dijo el hombre—. Ahorraré algo de tiempo en ese caso —una daga de aura apareció en la mano del hombre—. Has estado observando a las Tres Grandes Familias durante bastante tiempo. ¿Puedo preguntar por qué causaste todo este lío? ¿Quién eres?