—No hice nada. Solo revisé tu cuerpo para ver si tenías sangre elzeriana —mintió Karyk, su rostro lleno de inocencia—. Quería asegurarme de que no me estuvieran atrayendo a una trampa por parte de un elzeriano. Estoy seguro de que puedes entenderlo.
La mujer no creyó las palabras de Karyk. Sin embargo, tampoco podía probar que él mentía ya que ella misma no recordaba lo que había sucedido. Su mente aún estaba nublada. Un momento estaba contándole a Karyk sobre su pasado, y al siguiente momento estaba aquí.
—¿Puedes decirle a tu amigo que deje de atacarme por un malentendido? —preguntó Karyk mientras seguía cortando los hilos invisibles que lo perseguían.
La mujer miró a la figura encapuchada, levantando su mano.
El hombre se detuvo instantáneamente, recogiendo todos los hilos invisibles afilados. Los hilos volvieron a su cuerpo, fusionándose con él como si fueran parte de él.