Karyk se quitó el disfraz, tratando de demostrar que no era Elzeriano. Para entonces, estaba convencido de que a ella no le gustaba Elzeria, lo que le permitía revelar su identidad con seguridad.
Para él, el enemigo de su enemigo era un amigo. Además, era un amigo que tampoco era débil. Necesitaba una fuerza en Elzeria para detener la invasión, y podía ver el primer paso para reunir esa fuerza justo delante de sus ojos.
Cada año, las Bestias atacaban la Ciudad Fronteriza. No podían atravesar las defensas fronterizas, pero aun así, causaban una gran pérdida de vidas. Y eso que las bestias más fuertes ni siquiera habían atacado la Ciudad Fronteriza.
Ya que ahora había tomado control sobre la Ciudad Fronteriza, si pudiera ponerlas de su lado, sería muy beneficioso. La Ciudad no necesitaría preocuparse por el ataque de las bestias, lo que les daría tiempo para desarrollarse. Y en segundo lugar, podría apoyar a estas personas, utilizándolas contra Elzeria.