El cielo entero había sido purificado en el ataque. Vibrantes tonalidades de naranja y rosa pintaban el horizonte, como si amaneciera un nuevo día.
No se podía ver ni siquiera un atisbo de la mujer, como si hubiera desaparecido por completo. Sin embargo, donde ella había estado parada anteriormente, se veía una pequeña esfera de luz, rodeada por un suave halo de energía. Latía con un aura tranquilizadora, lanzando un resplandor sereno a su alrededor.
Tan pronto como la aterradora energía del ataque desapareció, el halo alrededor de la esfera comenzó a agrandarse.
Gabriel miró la pequeña esfera, el agotamiento evidente en su rostro. Presintiendo algo malo acerca de esta esfera de energía, Gabriel atacó con la Espada de la Vida.
Su Espada pasó a través del halo ilusorio, incapaz de siquiera tocarlo. Era como si algún poder misterioso mantuviera la esfera protegida. La esfera no era diferente de una ilusión cuando su Espada atacó.