—¿La liberaste? —Al volver Gabriel a la Ciudad Real, Alion preguntó, como si tuviera una idea aproximada de dónde había ido Gabriel anteriormente.
Gabriel asintió en respuesta, aterrizando en el techo de su palacio, desde donde tenía una vista clara de toda la ciudad.
—¿Estás seguro de que puedes confiar en ella? —preguntó Alion—. Aunque es mucho más débil que tú, todavía puede ser muy peligrosa. Y también te odia. ¿No es como llevar contigo una serpiente venenosa? Además, ¿y si simplemente no viene a ayudarte?
—Ella vendrá —respondió Gabriel—. Aunque no podía ver el futuro, tenía una comprensión aproximada de la Diosa de la Naturaleza ya que la había conocido durante tanto tiempo.
Estaba seguro de que, en ese momento, la Diosa de la Naturaleza estaba en algún lugar, intentando descubrir qué había sucedido en los últimos mil años. De hecho, esa también era la razón por la que él dejó algunas pistas para que ella investigara. Quería que ella supiera todo, pero no de su boca.