Sorprendido y perplejo, Kaizen observó cómo la Espada del Rey era engullida por el charco de lodo negro y gris.
Kaizen recordó haber visto esta misma magia muchas veces, en diferentes ocasiones. Por ejemplo, en el primer ataque a la Capital, portales como estos ayudaron a la Bruja a transportar sus monstruos bizarros. Más tarde, estos portales también hicieron aparecer zombis, y más recientemente, Kaizen había hundido sus pies en un portal como este.
—¿Qué es esto? —preguntó Kaizen, su voz cargada de indignación. Extendió la mano para tratar de alcanzar la espada, pero era demasiado tarde. Había desaparecido completamente en el portal.
La expresión de sorpresa y frustración se apoderó del rostro de Kaizen cuando el portal desapareció tan rápido como se había formado.
—¡Maldita sea! —exclamó Kaizen, apretando los puños—. ¿Qué pasó con la Espada del Rey? —preguntó a Morgaroth, extendiendo la mano hacia él y tirando de él brutalmente hacia sí.