(Dos semanas después)
Se esperaba que Asiva diera a luz esta semana y las nodrizas y el personal médico estaban en espera ya que podría entrar en trabajo de parto en cualquier momento.
Max ya no salía del palacio por miedo a no estar allí para Asiva cuando lo necesitara y principalmente trabajaba desde su oficina dentro de las cámaras del palacio.
Era un día normal para él, mientras revisaba los últimos informes de crímenes y algunos documentos sobre nuevos proyectos de infraestructura cuando de repente Sebastián irrumpió en su habitación.
Sebastián estaba cubierto de sudor, sus ojos abiertos con urgencia mientras decía —Max, se rompió la fuente de Asiva. Es hora.
Cuando esas palabras llegaron a los oídos de Max, cada pergamino, cada pieza de correo en la mesa de Max, se desvaneció en insignificancia.
Su corazón se aceleró, la emoción y los nervios se entrelazaban en un baile caótico mientras surgía un hermoso pensamiento 'Un padre. ¡Voy a ser padre!'