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Una de las mayores fortalezas de Rudra era hacer bailar a sus enemigos en la punta de sus dedos.
A lo largo de sus dos vidas había desempeñado cada papel en la jerarquía militar.
En su primera vida había sido la carne de cañón, había sido el miembro inútil del equipo y, eventualmente, había sido el líder del equipo.
Había participado en guerras de gremios como soldado, como capitán y una vez incluso como líder de división, por lo que sabía exactamente cómo funcionaban los escalafones inferiores del mundo militar y cuán estrictamente se cumplían las órdenes de los superiores.
Sabía lo frágil que era la moral dentro de las tropas y cómo los planes y las formaciones se iban al diablo una vez que algo empezaba a salir mal y era precisamente este conocimiento del comportamiento humano lo que permitió a Rudra convertirse en el maestro de gremio más fuerte en su segunda vida.