—Jeje, ¡Maestro! ¡Maestro! —Pequeña Blanca se colgó del cuello de Blake mientras caminaban por el pasillo hacia una de las habitaciones libres.
—¿Blake? —Lillia le llamó. Él se volteó, la miró y sonrió.
—Lillia, ¿qué opinas? —Blake llevó a Pequeña Blanca consigo mientras le explicaba las cosas a Lillia. Todavía no estaba seguro de qué hacer. Se sentía reticente a hacerle algo a Pequeña Blanca.
—Creo que si solo la estás ayudando sin llegar demasiado lejos, entonces debería estar bien. No sabía que tenías tal fetichismo, aunque me pregunto, tienes tantas chicas dragón y chicas zorro correteando por aquí —Lillia se burlaba mientras le acariciaba la cabeza a Blake—. Si quieres, puedo quedarme al lado. Si parece que solo ayudar no será suficiente, lo cual debería ser, o podemos intentar sellar esa emoción por completo. Pero creo que ella ni siquiera entiende lo que está pasando, ya que nadie se lo ha explicado.