—¿Cómo van las cosas? —preguntó Blake al sentarse en la silla frente al escritorio de Bret.
—¡Lo juro, hermano, las mujeres de la Ciudad del Destino dan miedo de verdad! ¡Especialmente tus esposas! Una dominó al clan élfico. Otra dominó al clan del hada —Bret suspiró mientras sacaba una botella de cerveza—. Pensé que las cosas serían mucho más difíciles, pero todo está yendo bien en todos los frentes excepto en el clan humano. El rey bestia y su gente ya se están asentando. En cuanto al clan del hada, todos vinieron, incluso el Tirano Hada. De hecho, desea hablar contigo. Algo sobre agradecerte por cuidar de su hija. En cuanto al clan élfico, también vinieron todos, incluyendo a toda la familia real.
—Espera... —Blake se sostuvo la cabeza—. ¿Estás diciendo que tanto el Tirano Hada como ese pequeño mierda de elfo también vinieron?