—Esta vez, tras recibir el consejo de Lillia, Blake extrajo fácilmente una sola gota de maná de su reserva de mana —comentó—. Flotaba silenciosamente sobre su reserva de mana. Pero ahora venía la parte difícil. Blake tenía que condensar el maná en una pequeña gota. Con los ojos cerrados y toda su concentración en esa única gota de maná, comenzó a condensarla en sí misma. Lentamente pero con seguridad, a medida que pasaba el tiempo, Blake empezaba a conseguir que la gota de agua se condensara.