Blake soltó un largo y relajado suspiro. Lo había estado conteniendo tanto tiempo que no se había dado cuenta de cuánto le estaba afectando. Se había perdido durante la mitad del tiempo y luego volvió en sí. Pero ahora que se había desahogado, se sentía como su yo normal otra vez.
Él sostuvo a Clance, que estaba tan agotada de energía, en sus brazos y la enjuagó una vez más antes de enjuagarse a sí mismo. Luego se cambió y sacó una manta para envolver a la chica dormida en sus brazos. No podía hacer nada por lo que estaba goteando de su entrepierna. Así que simplemente la acostó y dejó que las cosas siguieran su curso.
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—¡Apuesto tres noches que durmió con ella! —levantó su mano Tina. Una vez más, las chicas, aun preocupadas, usaban las apuestas para tranquilizar sus mentes.