—¡Otro capítulo que viene! —dijo él.
—No —los ojos de Faana adquirieron una frialdad mientras miraba a Darla y Triana—. Nadie tiene permiso para ponerle las manos encima.
—Princesa, parece que piensas que eres algo especial. Todos sabemos que no eres más que una carga para la familia real y estamos en medio de la nada. Si murieras, nadie sabría quién lo hizo, así que sugiero que dejes de darte aires y entregues al humano. Nosotros nos encargaremos de esa cosa repugnante por ti —las manos de Darla ya se habían convertido en enormes garras, estaba lista para atacar tan pronto como Faana dijera que no.