—¡Noa, haz estallar la zona al noroeste! —gritó Blake mientras recogía al pequeño zorro blanco en sus brazos y se sentaba con él. No se atrevía a sacar la flecha aún.
—¡Ahora mismo! ¡Ezen Digar Fol Tol! —Mientras Noa hablaba en lengua elfa, toda el área de donde se había disparado la flecha estalló en un pilar de fuego que se extendió por más de 500 pies en todas direcciones quemando todo a su alrededor hasta convertirlo en ceniza.
En medio de las llamas, rodeado por un escudo verde, había un hombre vestido completamente de negro. En su rostro llevaba una máscara blanca con solo dos ojos recortados en ella. Este hombre no era humano. Su cabello rubio y sus orejas puntiagudas indicaban que era de la raza de los elfos. Chasqueó la lengua mientras huía en medio de las llamas, sin atreverse a quedarse más tiempo.