Cuando Sam salió del baño, su cabello aún estaba mojado, y la ropa que llevaba puesta le quedaba demasiado grande. Pero con su pelo rojo, la cara salpicada de pecas y sus grandes ojos verdes, se veía muy encantadora. Incluso Blake no se dio cuenta de que la estaba mirando fijamente.
—¿Blake? —Sam se sentía feliz de que Blake pareciera estar ensimismado mirándola. Antes, no había reaccionado ni siquiera cuando ella no tenía camisa, pero ahora se sentía mucho mejor sabiendo que él sí la había notado.
—Ehem... —Blake carraspeó y sonrió—. Es bueno que lo hayas superado. De ahora en adelante, serás entrenada en cómo usar la magia.
—Mmm... Blake... Erica... ¿Ella? —Sam se acercó a Blake y lo abrazó por la cintura.
—Está bien. Es tan fuerte como tú. Y por eso, sé que tu padre también podrá superarlo —Blake respondió mientras le daba palmaditas en la espalda a Sam.